Hace tiempo que el mundo está viviendo unos cambios sustanciales que influyen sobre el sistema de vida de las personas y los grupos. Unos cambios que los estamos viendo en nuestra vida cotidiana y no es una mera sensación, es una realidad palpable que anuncia el nacimiento de un nuevo pensamiento universal fruto de las nuevas tecnología y de la sociedad de la información.
En la actualidad, millones de almas están conectadas por la red Internet y las distintas redes sociales que han hecho posible que el mundo está más asequible para cualquier persona; y las relaciones humanas están siendo posibles sin intermediarios ni manipulaciones por terceras partes.
Hasta hace aproximadamente veinte años, la comunicación con el otro era un privilegio que solo la disfrutan algunas personas que tenían la capacidad de moverse por el mundo. Hoy, millones de personas de distintos continentes, están hablando e intercambiando opiniones e ideas acerca de temas de todo tipo. Las manipulaciones de los aparatos estatales que llevaban mucho tiempo engañando a sus conciudadanos con el fin de mantener el Statu quo dejan de tener su efecto por la cantidad de jóvenes que usan las nuevas tecnologías de la información en su vida cotidiana.
En el mundo desarrollado, los gobiernos han sido siempre conscientes de la magnitud del cambio social fruto de los aires provocados por las nuevas herramientas que han entrado en nuestras vidas y ya forman parte de nosotros. Para ello, han desarrollado y desarrollan políticas acordes con las aspiraciones de sus jóvenes que son los que les renuevan o les deniegan las credenciales políticas cada vez que acabe una legislatura.
En los países emergentes, el uso de las nuevas tecnologías, de Internet y sus redes sociales, quizá es más notorio, debido a la cantidad de jóvenes innovadores que han desarrollado iniciativas creativas y creadoras en países como Brasil, la India, Indonesia, Malasia y otros países del mundo. Este tipo de países que están en la vanguardia del uso de las nuevas tecnologías pese a sus dificultades económicas, es prueba de que sus gobiernos, están conscientes de que sus sociedades no pueden avanzar si no se introduce el uso de dichas herramientas en sus vidas, en sus negocios y en sus relaciones con el otro. El carácter democrático de estos países, favorece un trato ventajoso para sus gobiernos y sus ciudadanos. Los gobernantes no tienen nada que temer, puesto que sus tareas en el Gobierno eran bien claras y limitadas por la constitución y las leyes que la amparan. El presidente Lula en Brasil, dejó la presidencia de su país con el 83% de popularidad, lo mismo pasa con la presidenta de Chile M. Bachelet quien dejó el gobierno de su país con un porcentaje similar en popularidad.
Las experiencias en los países autoritarios y dictatoriales van totalmente por otras vías. En estos países, los mandatarios no son conscientes de los cambios que ocurren en el mundo y siguen gobernando con mano de hierro a una población que ya no se le puede esconder nada de lo que pasa en este mundo. Su ceguera frente a la nueva realidad les hace fiarse de los viejos sistemas de manipulación y de opresión a la libertad de expresión y de opinión y a la censura descarada mediante el uso de los aparatos del estado, sobre todo de las cadenas de televisión estatales, la radio y la prensa escrita afín. En este tipo de países, el uso de Internet y de las redes sociales es muy alto, comparándolo con su poder adquisitivo, porque es una ventana por la cual los jóvenes ven el mundo y comunican con él, es una válvula de escape por donde los millones de personas oprimidas respiran aire de libertad. Los intentos de los mandatarios de censurar la red o bloquear algunas páginas webs, resulta muy insuficiente ante la ola de cambios y de avances que muestran los medios de comunicación en esta nueva era. Ya no vale diabolizar al otro para mantener el miedo y acallar las voces porque el otro es ahora asequible y al alcance de los internautas que comunican con él, piden sus opiniones y hasta intiman con él. Las viejas mentalidades de los gobernantes que llevan en el poder más de 30 años y las degradadas estructuras de sus sistemas de gobierno, no han avanzado, siguen siendo las mismas que hace medio siglo, a sabiendas de que el mundo ya ha enterrado unas viejas tradiciones políticas y está hoy abriéndose para que sus maneras de gobernar y de tratar con el pueblo se ambientasen con los nuevos avances que nos brinda la nueva sociedad de la información y de la comunicación.
En el mundo árabe, los distintos sistemas de gobierno que existen, -con sus pequeñas diferencias- no han sabido aprovechar de los cambios mundiales como lo hicieron los países emergentes, y siguen anclados en sus viejas tradiciones milenarias con sus formas arcaicas de gobernar. Regímenes militares como en el caso de Argelia, o regímenes autoritarios como en el caso de Egipto o Siria, o regímenes policiales como en Túnez, o dictaduras como la de Libia, hasta regímenes de monarquías absolutas como la de Arabia Saudí, todos han utilizado y utilizan, cada uno a su manera, los aparatos del Estado para seguir manipulando, a la vieja usanza, su pueblo en un intento de aislarle del resto del mundo para que se entere lo menos posible de todo lo que está pasando a su alrededor. Es una manera torpe de hacer las cosas en un mundo global, un mundo sin fronteras y sin límites en la información, un mundo de los satélites, un mundo de los jóvenes, un mundo cibernáutico.
La torpeza de los dirigentes árabes es de tal magnitud, que no se enteran de que el mundo ya no es lo que era. El mundo actual está siendo gobernado por otros parámetros totalmente distintos a hace un cuatro de siglo; hasta las relaciones humanas están siendo otras, pese a que nos resistamos a admitirlo. La realidad es otra, totalmente distinta y esto no lo quiere comprender una casta de dirigentes que creen que, con la manipulación y la opresión, son capaces de traspasar a sus hijos el mando de sus países convirtiendo a sus Repúblicas bananeras en Monarquías absolutas.
Los jóvenes ven el cambio fuera y lo quieren también, con razón, para ellos dentro. Estos jóvenes han esperado bastante tiempo, para que desde sus dirigentes, alguien empiece a cambiar las cosas, que mueva algún cambio, aunque sea de manera tímida, pero nadie haya mostrado interés por sus ambiciones y su situación que no pinta bien ni a corto ni a medio plazo.
En Túnez como en Egipto y otros países árabes como Yemen o Jordania, los manifestantes han salido a las calles de una manera espontánea, avisados unos a otros en las redes sociales, en el Ciberspace y vía sms, sin ninguna ideología detrás, ni de izquierdistas ni de islamistas. La toma de decisión fue de unos jóvenes que se han dado cita en la calle para protestar por algo que les pertenece, por el pan y la dignidad, por un aire de libertad, por el cambio del sistema que ha arruinado sus familias, por una vida mejor y una esperanza en el futuro; y a ellos se sumaron las masas, los partidos políticos de la oposición, los intelectuales, los artistas, en definitiva se sumó la gente de bien de todo el pueblo. Es una guerra abierta entre los jóvenes y la vieja guardia agarrada al poder, es la guerra de las nuevas tecnologías de la información contra los sistemas arcaicos de gobierno, es el Ciberwar o guerra del ciber contra la opresión y la manipulación, es la revolución Cibernáutica de la nueva era que va abriendo camino para otras revoluciones populares.
Dr. Hassan Arabi: Escritor y Vicepresidente de la Fundación CINCI (Centro de Estudios sobre la Nueva Civilización)
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